lunes, 4 de marzo de 2013

Pepe Sancho, un estudiante en el Crematorio

Este domingo nos dejaba Pepe Sancho, uno de los mejores actores españoles, y en este caso, auténtico símbolo de la profesión en la Comunitat Valenciana. Ganador de un Goya al mejor actor secundario por Carne trémula (1997) de Almodóvar, no fue precisamente el cine donde mostró de una manera habitual su extraordinaria capacidad interpretativa, ya que son contados sus papeles en la gran pantalla.

En cambio, la televisión le dio la popularidad, convirtiéndolo en una cara familiar para todo el país. A ella se asomó en sus primeros tiempos como el Estudiante de Curro Jiménez (1977-78), que le convirtió en uno de los galanes del momento. Más famoso durante años por su matrimonio con la cantante María Jiménez, y por su fuerte personalidad, poco amigo de las medias tintas, Almodóvar le recuperaría para el gran público, aunque fue de nuevo en televisión donde más trabajó, dando vida a personajes tan memorables como el Don Pablo de Cuéntame cómo pasó (2001-08), las biografías de Sorolla o el cardenal Tarancón, y su último gran papel, el del constructor Rubén Bertomeu en Crematorio (2011), una auténtica lección interpretativa.

Sin embargo, el mejor Pepe Sancho hubo que buscarlo en los teatros, donde realmente se apreciaba que era un actor de raza, de los que lo dan todo por su personaje, desbordando carisma en cada actuación. Memorias de Adriano, Los intereses creados o Los cuernos de don Friolera, son solo algunas de las obras donde dejó su huella más memorable.

La escena española, y sobre todo valenciana, queda hoy un poco más vacía.

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