En tiempos de guerra la ley enmudece
Concluyo mi particular trilogía dedicada a Lincoln con un film que podría
ser la secuela del de Spielberg, aunque se estrenó un par de años antes, ya que
aborda el juicio a quienes conspiraron para asesinarlo, en este caso desde la
óptica de Robert Redford en su último trabajo como director hasta la fecha.
Y si en la cinta de Spielberg vemos cómo el presidente norteamericano
utiliza cualquier medio, por rastrero que sea, para acabar con la lacra de la
esclavitud, del sojuzgamiento de un ser humano por otro, aún a costa de
saltarse las leyes, mentir al Congreso e incluso prolongar innecesariamente la
guerra civil con la consecuente sangría humana, aquí vemos cómo su gobierno
tampoco duda a la hora de dar un castigo ejemplar a sus asesinos para
escarmentar al bando que ha perdido la guerra y satisfacer las ansias de
venganza del bando ganador… aún a costa de que por el camino pueda pagar un
inocente.
Recordemos que el título original es La conspiradora (y no La conspiración (2010),
como se ha traducido aquí), puesto que la acción se centra en la defensa de la
única acusada por el crimen, Mary Surratt, dueña de la casa de huéspedes en la que al
parecer se gestó el magnicidio. Ella insiste en su inocencia pero no la cree ni
el ayudante de su abogado, un soldado yanqui tan deseoso de ajusticiarla como
el que más, y que acaba siendo su abogado principal dado que el original es
sureño y eso no va precisamente en beneficio de la acusada.
El joven abogado encarnado por James McAvoy, que vuelve a mostrar convicción pero poco más, empieza a investigar y a tener
cada vez más dudas sobre la culpabilidad de su defendida, al tiempo que va
descubriendo todas las tretas de la fiscalía, el gobierno y el propio
presidente, que no se detendrán ante nada para conseguir el veredicto y la pena
que desean: horca para todos. Empezando por obligar a que unos civiles sean
juzgados por un tribunal militar.
Redford siempre se ha mostrado comprometido con los derechos sociales, y si
en su film anterior, Leones por corderos (2007), criticó a la administración Bush Jr.
por las mentiras sobre las armas de destrucción masiva en Irak y la gestión de
dicho conflicto, aquí insiste en el derecho a un juicio justo en cualquier
circunstancia. Esto es, en el respeto a ultranza de la ley y la Constitución…
justo algo que Lincoln se saltó a la torera. ¿Lo justificaban sus
fines? He ahí la pregunta.
Por lo que respecta al valor del film, Redford mantiene una línea clásica,
muy al estilo Eastwood, e incluso no lejos del Spielberg de Lincoln, para
ofrecernos una película ‘de juicios’ a la antigua usanza, que alcanza toda su
fuerza en el tramo final, donde, como en Lincoln y Argo, aunque conozcas el
desenlace histórico, te mantienen en tensión. Como ocurre en estos casos, también se toma ciertas libertades al adaptar los hechos históricos, para simplificar las cosas, como reducir drásticamente los 31 testigos que llamó la defensa o presentarnos a un solo abogado cuando en realidad fueron dos.
Curiosamente, el film con el que abrí esta trilogía, El joven Lincoln de
John Ford, hubiera sido bastante parecida a La conspiradora de haberse rodado
con los medios de hoy en día, además de coincidir en uno de sus temas: la lucha
de una madre por su hijo.
Si algo sobresale en esta película, más allá de la recreación histórica, es
la iluminación, recurriendo en todo momento a fuentes naturales, lo que le da
un gran realismo. Por lo que respecta a las interpretaciones, se beneficia de
secundarios de lujo como Kevin Kline, Danny Huston, Colm Meaney, y sobre todo
Tom Wilkinson, y de dos jóvenes estrellas femeninas emergentes como Evan RachelWood y la televisiva Alexis Bledel, aunque la mejor interpretación corre a
cargo de Robin Wright como la acusada, en uno de sus mejores papeles.
El detalle: Los fans de The walking dead, Boardwalk Empire y Black mirror encontrarán a algunos de los secundarios de dichas series en el reparto.
El detalle: Los fans de The walking dead, Boardwalk Empire y Black mirror encontrarán a algunos de los secundarios de dichas series en el reparto.
Y ahora vamos con algunos SPOILERS
El momento cumbre del film, donde Redford muestra su talento, es la escena de la ejecución, una de las más crudas que se hayan filmado, y donde los sentimientos del espectador son muy distintos a los de, por ejemplo, la ejecución final de El intercambio de Eastwood.
El momento cumbre del film, donde Redford muestra su talento, es la escena de la ejecución, una de las más crudas que se hayan filmado, y donde los sentimientos del espectador son muy distintos a los de, por ejemplo, la ejecución final de El intercambio de Eastwood.
Y la vida real tiene esas paradojas. Mary Surratt fue ajusticiada por conspirar para
matar a Lincoln, cuando todo apunta a que era inocente. En cambio, su hijo, que
seguramente sí lo hizo, se salvó. ¿Por qué? Como explican los títulos finales
del film, apenas un año después de la ejecución el Tribunal Supremo prohibió
que un tribunal militar juzgase a civiles, incluso en tiempo de guerra. Esto
propició que a John Surratt le juzgase un tribunal civil, integrado por yanquis y
sureños, que no pudo alcanzar ningún veredicto, por lo que quedó libre.
A destacar también que el protagonista, tras dejar por motivos obvios la
abogacía, se convirtió en el primer editor de The Washington Post, supongo
que para hacer lo que no le habían dejado durante el juicio: denunciar los
oscuros manejos de la administración y defender los derechos civiles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario