Ahora que acaba de empezar en La Sexta la tercera temporada de The Walking Dead, vamos con el sexto
volumen del cómic original, Esta triste
vida, o lo que es igual, la segunda mitad del tercer año de publicación
(números 31 a 16).
Segundo arco con el Gobernador de por medio, en el que, por encima de todo,
para bien o para mal, destaca el número 33, en el que Kirkman supera todos sus
límites de sadismo para con el lector. Básicamente, una única escena, en la que
un personaje tortura sin límites a otro, incluidas varias amputaciones. ¿Era
necesaria tal crudeza? Estamos ante el número más brutal de la serie, cuyas
consecuencias supongo que se explorarán en el futuro.
Por lo demás, Kirkman sigue manejando los hilos a la perfección, y aunque
en este volumen prima la acción, también hay momentos para la reflexión, sobre
todo en lo tocante a la progresiva deshumanización de Rick: atentos al número
36. De lo mejor, tal vez el final del número 34, que impulsa a leer de
inmediato el número siguiente, aunque el 32 no se queda corto.
Y llegados hasta este punto, vamos con los SPOILERS
El nuevo arco se centra en la fuga de Woodbury, una huída que desde el
principio se antoja demasiado fácil, y efectivamente, hay gato encerrado. Claro
que, visto el resultado, igual el Gobernador debería haberlo pensado dos veces
antes de soltar a Michonne y a su furia interior.
Con el interludio del salvaje ajuste de cuentas del número 33, será en los
dos últimos cuando Rick y sus compañeros vuelvan a la cárcel y, tras una
invasión zombi, empiecen a prepararse para lo que vendrá… cuando Woodbury
ataque. Así que esto no ha hecho más que empezar.
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