Pues si no quieres caldo, dos tazas. A falta de un blockbuster, esta semana tenemos dos. De Hollywood nos llega lo último de Brad Pitt, F1: La película, que nos lleva al gran circo de la Fórmula 1 con Joseph Kosinski a los mandos, es decir, un experto en dirigir acrobacias aéreas --véase Oblivion y Top Gun: Maverick, ambas a mayor gloria de Tom Cruise--. Para que no falte de nada tenemos a Javier Bardem, así que todo perfecto. Pero para blockbuster la quinta entrega de la saga infantil por excelencia de Santiago Segura, Padre no hay más que uno, a la espera del regreso de Torrente.
Las novedades USA se completan con un blockbuster menor, M3GAN 2.0, secuela del éxito sorpresa de una nueva muñeca asesina, mientras que la otra propuesta nacional es Azul de niño, en la que una mujer ha de afrontar a la vez la grave enfermedad de su marido y el descubrir que este le ha sido infiel con un joven trabajador sexual.
Abrimos la gira internacional en lengua hispana con la argentina Adiós Buenos Aires, con la enésima crisis económica argentina que lleva a un músico a decidir abandonar su país, y la peruana Ramón y Ramón, con Álvaro Cervantes en otro viaje de autoconocimiento, en este caso el de un hombre para llevar las cenizas de su padre junto a otro hombre al que acaba de conocer.
Además, tenemos la danesa Volver a ti, donde una mujer que iba a separarse de su marido ha de permanecer junto a él, y la china A la deriva, en la que una pareja acaba separada cuando ella tiene que irse a buscar fortuna, y posteriormente él emprende su búsqueda.
Acabamos con el repaso a los documentales, donde como de costumbre encontramos de todo, desde Las hijas del trueno, producción española sobre la trufa, al también español Borau y el cine, sobre el que sobran comentarios, o Miley Cyrus: Something beautiful, ópera pop a partir del último disco de la cantante norteamericana.
Pero me quedo con Traslados, aséptico título para narrar el horror de cuando la dictadura militar argentina encontró una manera más sencilla de ejecutar a quienes le molestaban. ¿Para qué perder el tiempo con campos de concentración cuando puedes tirar a gente desde un avión? Así nacieron los vuelos de la muerte.
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