miércoles, 25 de junio de 2014

Eli Wallach: Mucho más que 'el feo'


Sinceramente, pensaba que este día nunca llegaría, que Eli Wallach nos iba a enterrar a todos, pero está visto que nada es eterno.

La foto superior está ahí porque se puede coger de la wikipedia, pero también para dejar claro que Eli Wallach no solo era 'el feo'. Y es que, tanto para los buenos aficionados al séptimo arte como para las generaciones más jóvenes, el papel que le inmortalizó será siempre el del forajido Tuco en la magistral El bueno, el feo y el malo (1966), la culminación de la trilogía de Sergio Leone. Por cierto, en el título original no se decía nada de 'feo', sino que se empleaba el término 'brutto'.

Wallach ya estaba acostumbrado por entonces a ser el malo de la función, sobre todo si se trataba de un western, y ya tenía en su currículum joyas del nivel de Los 7 magníficos (1960) -que evidentemente requerían un adversario a su altura-, Vidas rebeldes (1961) o Lord Jim (1965). Pero Tuco, desde luego mucho más que 'el feo', es uno de esos personajes absolutos que permiten a un actor lucirse a fondo, y eso es lo que hizo Wallach. 

Sin embargo, para mí Wallach siempre será uno de los mafiosos de la tercera entrega de El Padrino (1990), rodada hace casi un cuarto de siglo, y en la que el actor ya aparecía como más que un veterano, en una serie de escenas con Talia Balsam donde ya daba la impresión de que, como decía al principio, nos iba a enterrar a todos.

Y casi lo consigue. Wallach, casi centenario -habría cumplido los 100 en diciembre del próximo año-, se ha mantenido en la brecha hasta el final, encadenando pequeños papeles secundarios, pero siempre dejando muestras de su marcada personalidad. Ahí estuvo en el Two much (1995) de Trueba o el Mystic River (2003) de Eastwood, y ya en los últimos tiempos, reapareciendo una vez más cuando todos le dábamos... por muerto, al menos artísticamente hablando, en El escritor (2010) de Polanski, y muy especialmente en la secuela de Wall Street, con un vigor inusitado a su edad, en otro papel de señor más que maduro... dispuesto a enterrarnos a todos.

En fin, y como no hay manera de que los panteones se abran de uno en uno, nos acabamos de quedar también sin una de las mejores escritoras españolas de todos los tiempos, así con mayúsculas, y desde luego mi preferida, por su obra y su personalidad, Ana María Matute. Decir que es la autora del Señor de los anillos español, Olvidado rey Gudú, es simplificar mucho, pero entre sus páginas seguirá viviendo eternamente esta señora, con todas las letras.

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