sábado, 2 de diciembre de 2023

La más grande


Iba a repasar los estrenos del fin de semana, pero la actualidad manda, tristemente. No por esperado resulta menos doloroso el fallecimiento este sábado, a sus 84 años, de Concha Velasco, la mejor actriz española de todos los tiempos. Al menos para quien escribe estas líneas, y que venga quien quiera a rebatirlo.

No pudo ser más oportuna À Punt, que precisamente este viernes programó un especial dedicado a repasar la figura de Conchita Velasco, con entrevista a la propia cómica incluida. Durante la misma, en una declaración de humildad, medio bromeaba con que ella no era la más grande, sino Rocío Jurado. Pero sí, centrándonos en la interpretación, la Velasco ha sido la más grande.

Fue una auténtica todoterreno, que como tantas estrellas de su generación, empezó con papeles muy comerciales que la mostraban simplemente como una chica mona en películas como Las chicas de la Cruz Roja (1958) o El día de los enamorados (1959), y por si en La verbena de la paloma (1963), la mejor adaptación de la popular zarzuela, no había quedado claro que cantaba y bailaba tan bien como interpretaba, en Historias de la televisión (1965) cantó una canción que no ha perdido un ápice de popularidad en seis décadas, La chica ye-ye. En la citada entrevista para À Punt Concha reconocía que durante un tiempo renegó de aquella imagen para acabar reivindicando su éxito imperecedero. Y es que la actriz será para siempre esa chica ye-ye...

...pero también mucho más. Porque, ya lo decíamos, como tantos de su generación, tras los 60 llegó la Transición y la oportunidad de triunfar como actriz seria, en films como La colmena (1982), Esquilache (1989), Más allá del jardín (1996) o Yo  me bajo en la próxima, ¿y usted? (1992), en la que asumía el mismo rol que ya había interpretado en la versión teatral de esta obra de Adolfo Marsillach.

Y es que el teatro fue donde quizás la Velasco brilló todavía más, demostrando esa capacidad para dar el máximo en cada papel, ya fuese en clásicos como el Tenorio o Filomena Marturano, en musicales como el celebérrimo Mamá, quiero ser artista, e incluso adaptaciones como el Hello, Dolly! que protagonizara en su momento Barbra Streisand.

Capítulo aparte merece su andadura televisiva, en la que destaca por encima de todo Teresa de Jesús (1984), en la que ofrece el que, tal vez, es su mejor trabajo. En los últimos tiempos la veríamos  en producciones de lujo como Herederos, Gran Hotel o Velvet, sin olvidar aquella versión española de Las chicas de oro junto a nada menos que Lola Herrera, Carmen Maura y Alicia Hermida. O, en su faceta de presentadora, pilotando una de las etapas de Cine de barrio, con lo que cerraba el círculo.

Siempre impecable, y sobre el escenario hasta que la salud se lo permitió, tenía clase hasta cuando hacía anuncios de compresas para pérdidas de orina sin que se le cayeran los anillos. En resumen, una señora con mayúsculas, y una actriz sin la que no se puede entender el cine español, ni nuestro teatro ni nuestra televisión.

La echaremos mucho de menos.

PD: À Punt programó este viernes París-Tombuctú (1999), la última película de Luis García Berlanga, con el que finalmente pudo trabajar Concha Velasco. En un film tan coral como la mayoría del director valenciano, la actriz tenía uno de los papeles principales, donde a sus 60 años interpretaba a una mujer que buscaba de manera desinhibida su propio placer --ganándose el apelativo putón por parte de varios de los personajes masculinos--, protagonizando varias escenas de desnudos con un descaro y naturalidad desbordante, comiéndose la pantalla como siempre. E incluso lucía vestimenta de capitana mora en una filà. Lo dicho. Genio y figura.

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