jueves, 12 de agosto de 2010

Un inolvidable viaje a bordo del Nautilus

Este verano he navegado por los siete mares a bordo del mítico Nautilus. Llevaba unos cuantos años queriendo leer ‘20.000 leguas de viaje submarino’ de Julio Verne, y al final le ha llegado el turno. Estamos ante un clásico entre los clásicos, la primera obra del autor galo, cuya lectura he afrontado sin prejuicios, olvidándome de las mil y una versiones que ha conocido y dejándome llevar únicamente por las palabras de Verne.

Pero primero, un pequeño inciso. De niño, Verne era mi autor favorito, aunque no hubiese leído nada suyo. La multitud de adaptaciones de sus obras que han llevado a cabo el cine o el cómic, así como versiones literarias resumidas y adaptadas para jóvenes, me lo dieron a conocer, como a tantos chicos y chicas de mi edad. ¿Quién no conoce ‘La vuelta al mundo en 80 días’, ‘Viaje al centro de la tierra’ o ‘Cinco semanas en globo’? Sin embargo, con el tiempo Verne dejó de ocupar un lugar de privilegio entre mis preferencias literarias. Admitámoslo, uno de sus mayores méritos fue adelantarse a su tiempo con obras que entonces eran de ciencia-ficción, y que precisamente por haberse cumplido, restan interés a acometer ahora la lectura de sus obras.

Tampoco ayuda el estilo de Verne, muy de su época, es decir, un tanto envarado para el público actual, y su tendencia a convertir sus novelas en enciclopedias. Esto perjudica especialmente a ‘20.000 leguas de viaje submarino’, donde encontramos párrafos copiados directamente de enciclopedias y tratados sobre la fauna marina. Una cosa es que el autor se documente bien (lo que se queda muy corto en el caso de Verne) y otra que parezca que leemos una enciclopedia, en lugar de dosificar la información de una manera más natural.

En esta obra tampoco encontramos un gran estudio de personajes ni un reparto variado. Básicamente sólo hay tres personajes: el capitán Nemo, el arponero Ned Land y el científico Aronnax, que ejerce de narrador. Hay un cuarto, Consejo, el criado de Aronnax, que se limita a recitar clasificaciones zoológicas y a ejercer de contrapunto cómico. El personaje de Nemo queda envuelto por el misterio de principio a fin, ya que en este libro no se desvela su pasado ni sus motivaciones, sólo se mencionan algunos detalles o indicios. Aronnax, como investigador de los fondos marinos, resulta perfecto para narrar esta historia, mientras que Ned Land ejerce como contrapunto de marinero audaz y aventurero, perfectamente interpretado por Kirk Douglas en la famosa versión cinematográfica de Walt Disney.

Estamos ante un libro de viajes, donde más que aventuras se suceden las visitas a distintos lugares por el fondo de los océanos de todo el planeta. Un viaje imposible en 1870, cuando Verne lo dio a la imprenta, y que hace imaginar perfectamente lo prodigiosa que resultaría su lectura para sus contemporáneos. Hoy, en una época en la que los viajes submarinos son algo habitual, esta obra pierde fascinación, pese a lo cual resulta muy recomendable para quien quiera sumergirse en un viaje por los mares de todo el globo.

Mi parte favorita es la expedición al polo Sur, narrada por Verne en una época en la que aún no había sido alcanzado dicho punto geográfico, por lo que resulta una de las partes más imaginativas de la obra y menos ceñida a la amplia documentación de un autor que ya en 1870 mostraba su preocupación por la masiva caza de ballenas.

El detalle: El cine vuelve a poner sus ojos en Verne una vez más. Se habla de que David Fincher puede filmar una nueva adaptación de las aventuras del capitán Nemo. Seguro que tendrá poco que ver con la novela original.

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