¿Seguro que se ha acabado el verano? No lo parece, porque llega un fin de semana cargado de estrenos, y muchos con buena pinta. Es el caso, para empezar, de dos blockbusters, digamos serios. Por un lado, El quinto poder, donde Bill Condon aborda la gestación de wikileaks, y especialmente el perfil de su creador, Julian Assange -que por cierto echa pestes del film-, con Benedict Cumberbatch por fin en un papel principal -Sherlock aparte- y en busca de un Oscar, secundado además por Daniel Brühl. Y por otro, Capitán Philips, que a punto ha estado de ser mi estreno de la semana, con Paul Greengrass volviendo a demostrar su talento para los montajes frenéticos que dejan al espectador sin respiración, esta vez con una historia basada en un caso real, y muy parecido al de nuestro Alacrana, con Tom Hanks recuperando su mejor nivel.
Para los peques llega Turbo, con un caracol que quiere ser piloto de carreras, así que tampoco parece que haya concluido la temporada veraniega. Y para el público femenino, la comedia romántica británica Una cuestión de tiempo, con Rachel McAdams y Bill Nighy, sobre una familia en la que los hombres siempre han tenido la capacidad de viajar en el tiempo, así que el protagonista decide utilizar ese don... para encontrar novia.
Pero el estreno de la semana, y van dos consecutivas, es de nuevo español. ¿Quien ha sido capaz de derrotar a Greengrass y Hanks, y a un tráiler vertiginoso? Pues Mariano Barroso y Eduard Fernández. Como diría Schuster, no hace falta decir nada más. Bueno, ellos, y las seis mujeres -Michelle Jenner, Nathalie Poza y Marta Larralde entre ellas- a las que el personaje encarnado por Fernández en Todas las mujeres ha hecho la vida imposible. Pero ha llegado el momento de ajustar cuentas.
PD: Ojo también al otro estreno español de la semana, aunque supongo que se podrá ver únicamente en contadísimas salas. Nos veremos en el infierno narra el reencuentro en un padre arruinado y su hijo, al que debido a los recortes dejan salir tras siete años en un manicomio donde fue recluido por asesinato. Huele a duelo actoral entre Raúl Prieto y Valentín Paredes.
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