jueves, 17 de octubre de 2013

La vida bajo la cúpula (según King)


Big Jim: ¿Crees que quiero engañarte?
Barbie: Hombre, Big Jim, te dedicas a vender coches de segunda mano…

Barbie: Esta ciudad no sabe qué eres en realidad, pero yo sí.
Big Jim: ¿Qué? ¿Un criminal?
Barbie: Peor, un político.

No hay más que ver las líneas de diálogo anteriores para darse cuenta de lo mejor de La Cúpula (prefiero el título original: Under the dome = Bajo la cúpula), aunque ignoro si el mérito es del guionista o de Stephen King, autor del libro en el que se basa la serie.

Eso sí, ‘huelen’ bastante a King, a su perfecto conocimiento de la psicología humana y a su habilidad para crear personajes, aunque algunos de los que hemos visto en Chester's Mill (el molino de Chester) ya son habituales en las obras del autor, como el sacerdote chalado. Y sí, el pueblo en cuestión está en Maine, como ocurre en todas las obras de King.

El escritor norteameriano tomó buena nota de una de las imágenes más impactantes de la película de Los Simpson, en la que Springfield quedaba cubierta por una cúpula impenetrable y se puso manos a la obra, es decir, a narrar qué ocurriría en una aparentemente idílica pequeña población de los Estados Unidos si ocurriera tal cosa.

No se puede decir, al menos en la versión televisiva, puesto que desconozco el grado de fidelidad que pueda tener al libro, que se profundice demasiado en plan, digamos, realista. Esto no es The walking dead o Jericho, propuestas bastante similares a la que nos ocupa aunque pueda no parecerlo a primera vista, así que tras la sorpresa inicial se tira un poco de manual, de manera que en un episodio nos quedamos sin agua –única ocasión en la que ha habido desórdenes callejeros de verdad-, en otro hay una epidemia… pequeñas crisis que ponen a prueba a los vecinos, para que al final se reinstaure la paz social.

No es de extrañar, pues, que el capítulo más logrado en el arranque de la primera temporada sea aquel en el que el ejército decide bombardear la cúpula con misiles, aún a costa de cargarse a toda la población. Esta situación sirve para que veamos cómo afronta cada personaje, cada vecino –aunque en realidad el reparto, extenso, no acaba de serlo lo suficiente, e imagino que en el libro sí daba para más- su inminente muerte… aunque la sangre no llega al río.

El previsible in crescendo de los últimos capítulos viene marcado por el personaje estrella, sin duda alguna, de la serie, Big Jim, gran creación de Dean Norris, quien tras cerrar la mítica Breaking bad se ha encontrado con un nuevo chollo de personaje: concejal, pero de pueblo pequeño, de los que conocen a todos los vecinos y siempre queda bien con todos. Imagen pública impecable… pero con muchos secretos que ocultar, por no hablar de un hijo que está como una regadera, aunque a la postre parece más decente que su padre.

La otra gran característica de Big Jim es su capacidad única de supervivencia, para salir bien librado de todo, cueste lo que cueste… aunque me temo que a los guionistas se les ha ido la mano, y mientras el personaje de Júnior es tal vez el más logrado, lleno de aristas y creíble en sus decisiones, la facilidad de gatillo de Big Jim en los últimos episodios hace prever que en unos pocos más se cargue a todo el vecindario.

Así que en la segunda temporada deberán ganar protagonismo vecinos que ahora mismo son anónimos, a tenor de la drástica reducción del reparto inicial de la serie, y es que palmarla, la ha palmado pero que mucha gente, empezando por el sheriff encarnado por Jeff Fahey, de lo mejorcito del arranque, pero que no pasó del primer episodio.

Y hablando de sheriffs, otro borrón para los guionistas es la deriva de la agente de policía Linda, que ha ido perdiendo toda sensatez hasta aceptar cada palabra de Big Jim sin cuestionársela en absoluto, y eso que ya se ha descubierto toda la trama del propano.

Tampoco apunta demasiado bien el origen de la cúpula, de momento abiertamente extraterrestre, o ese final que recuerda a los de algunas temporadas de Perdidos. Aquí, por suerte, hay un original que seguir… o no.

De lo que no cabe duda es de que King, a tenor de las audiencias en los USA, batiendo récords en temporada veraniega, y aquí, convirtiéndose en lo más visto de Antena 3 semana tras semana –aunque sin derrotar a Isabel-, ha vuelto a enganchar a los espectadores, y que La cúpula ha sabido mantener la tensión, aunque no tengo tan claro que lo consiga en la segunda temporada.

El detalle: Si Dean Norris ha cambiado Breaking bad por La cúpula, Natalie Zea parece haber hecho un paréntesis tras la primera temporada de The following para mostrarnos que ella también puede ser mala... y desde luego se nota que ha disfrutado con ello. Claro que a tenor de cómo le va a sus personajes en ambas series, igual tiene que ir buscándose otro título.

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