El disco que descubrió a Gotye al gran público demuestra algo que suele
ser bastante habitual en la música, y es que menos es más. El estilo del cantante
se caracteriza por acumular efectos de sonido y experimentar, buscando
resultados originales. Sin embargo, cuanto más simple se muestra en su
propuesta, cuanto más desnuda su sonido, es cuando más da en el clavo.
Curiosamente los cinco primeros temas de Making mirrors (2011) van in crescendo en
su duración, de uno a cinco minutos, y también en calidad. El primer tema,
precisamente el que da título al disco, es un mero prólogo experimental de un
minuto, con más música que otra cosa. En el segundo se multiplican los efectos
y los experimentos, pero sin lograr nada. Solo en el tercero despega el disco,
encadenando dos joyas. Primero Eyes wide open, más espectacular y épico, y
después esa impresionante balada que es Somebody that I used to know, con la
impagable colaboración de la neozelandesa Kimbra, por mucho que finalmente reconociese haber copiado el tema.
Tras estos dos temazos, en los que Gotye recuerda, y mucho, al mejor Peter Gabriel, vuelve a naufragar en Smoke and mirrors, el tema más extenso del álbum, donde de nuevo acumula constantes efectos que se quedan en pura pirotecnia.
Nada que ver con I feel better, cambio total de registro para mostrarse
más, digamos, crooner años 50 recurriendo a instrumentación de viento, y
volviendo a acertar de pleno. Un estado de gracia que se prolonga brevemente
con In your light, igualmente luminosa, antes de que Gotye vuelva a la
experimentación y con ello el disco baje notablemente. Primero con State of the
art, más de cinco minutos con distorsiones vocales, creando cierta atmósfera
divertida, pero sin ser nada del otro mundo, y luego con la mucho más floja
Don’t worry we’ll be watching you, prácticamente tres minutos de música que no
hay por donde coger.
Y para cerrar Making Mirrors, Gotye vuelve a la sencillez. Giving me a
chance es la otra balada del disco, aunque sin llegar al nivel de Somebody…,
mientras que Save me cierra el disco en lo que parece una continuación del otro
gran tema de este trabajo, Eyes wide open, de nuevo con protagonismo absoluto
para la percusión.
En resumen, Gotye muestra hasta cuatro caras bien distintas en un trabajo
más que irregular, en el que no esperéis encontrar nada que se asemeje a
Somebody…: baladas desnudas (Somebody… y Giving…), épica espectacular (Eyes
wide open y Save me), pop rock clásico desenfadado (I feel better e In your
light) y experimentación sin rumbo, donde apenas se salva State of the art, el
tema más trabajado.
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