miércoles, 2 de octubre de 2013

Los espejos deformantes de Gotye


El disco que descubrió a Gotye al gran público demuestra algo que suele ser bastante habitual en la música, y es que menos es más. El estilo del cantante se caracteriza por acumular efectos de sonido y experimentar, buscando resultados originales. Sin embargo, cuanto más simple se muestra en su propuesta, cuanto más desnuda su sonido, es cuando más da en el clavo.

Curiosamente los cinco primeros temas de Making mirrors (2011) van in crescendo en su duración, de uno a cinco minutos, y también en calidad. El primer tema, precisamente el que da título al disco, es un mero prólogo experimental de un minuto, con más música que otra cosa. En el segundo se multiplican los efectos y los experimentos, pero sin lograr nada. Solo en el tercero despega el disco, encadenando dos joyas. Primero Eyes wide open, más espectacular y épico, y después esa impresionante balada que es Somebody that I used to know, con la impagable colaboración de la neozelandesa Kimbra, por mucho que finalmente reconociese haber copiado el tema.




Tras estos dos temazos, en los que Gotye recuerda, y mucho, al mejor Peter Gabriel, vuelve a naufragar en Smoke and mirrors, el tema más extenso del álbum, donde de nuevo acumula constantes efectos que se quedan en pura pirotecnia.

Nada que ver con I feel better, cambio total de registro para mostrarse más, digamos, crooner años 50 recurriendo a instrumentación de viento, y volviendo a acertar de pleno. Un estado de gracia que se prolonga brevemente con In your light, igualmente luminosa, antes de que Gotye vuelva a la experimentación y con ello el disco baje notablemente. Primero con State of the art, más de cinco minutos con distorsiones vocales, creando cierta atmósfera divertida, pero sin ser nada del otro mundo, y luego con la mucho más floja Don’t worry we’ll be watching you, prácticamente tres minutos de música que no hay por donde coger.

Y para cerrar Making Mirrors, Gotye vuelve a la sencillez. Giving me a chance es la otra balada del disco, aunque sin llegar al nivel de Somebody…, mientras que Save me cierra el disco en lo que parece una continuación del otro gran tema de este trabajo, Eyes wide open, de nuevo con protagonismo absoluto para la percusión.

En resumen, Gotye muestra hasta cuatro caras bien distintas en un trabajo más que irregular, en el que no esperéis encontrar nada que se asemeje a Somebody…: baladas desnudas (Somebody… y Giving…), épica espectacular (Eyes wide open y Save me), pop rock clásico desenfadado (I feel better e In your light) y experimentación sin rumbo, donde apenas se salva State of the art, el tema más trabajado.


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