domingo, 23 de junio de 2013

Holmes, así no (o mucho ruido y pocas nueces)


No se ha lucido precisamente Hollywood con la secuela del Sherlock Holmes (2009) dirigido por Guy Ritchie y protagonizado por Robert Downey Jr, que palidece ante las dos versiones televisivas que han renovado el personaje a ambos lados del charco. Esta segunda entrega es el clásico ejemplo de pirotecnia vacua, y lo cierto es que me ha aburrido bastante.

Y eso que, a diferencia de las otras dos adaptaciones del personaje de Conan Doyle, en la gran pantalla se apuesta por el espectáculo a gran escala, con una trama que lleva al inmortal detective por toda Europa, desde París a Suiza, pasando, obviamente, por Londres, como si de James Bond se tratara, y buscando la acción a cualquier precio.

El problema es que la trama es de lo más anodina y simple, con los personajes limitándose a ir de un sitio a otro, sin demasiadas explicaciones, y pasando de una escena de acción a otra. Además, nos encontramos con la peor versión de Moriarty de las tres que nos acaban de brindar. Poco que objetar al trabajo de Jared Harris como el archienemigo de Holmes, pero lo cierto es que también resulta de lo más rutinario. Harris, de hecho, ha encarnado el mismo papel en la serie Fringe, pero con mucho más acierto y carisma. El guión no ayuda mucho, pero lo cierto es que a Mark Strong no le hacía falta llamarse Moriarty para ser un villano mucho más siniestro y perturbador en el film anterior.

La otra incorporación a la saga, Noomi Rapace, que sigue rentabilizando su Lisbeth Salander, también aporta muy poco, con un personaje que sirve a la trama pero resulta intrascendente, al igual que la mujer de Watson, cuya boda apenas añade algo de humor a la historia. Aunque ahí, el más brillante es Stephen Fry, lo mejor de la película como Mycroft Holmes con sus toques excéntricos… aunque me quedo con la versión de la serie británica, donde han clavado al personaje y le sacan un gran partido.

En cuanto a la relación entre Holmes y Watson, no deja de ser la de una buddy movie al uso, con los dos lanzándose puyas una y otra vez, sin aportar nada a lo ya visto en una primera entrega bastante más inspirada. Jude Law está correcto, aunque le toca en suerte el peor de los tres Watson actuales, y Downey Jr sigue derrochando frescura e ironía. Este último es apenas lo único salvable de la película, que tiene muy pocos mimbres para dos horas de metraje.

Tampoco ayuda la labor en la dirección de Ritchie, repitiendo los errores de la primera entrega, con su abuso de recursos visuales rebuscados en las escenas de acción, a las que les sobra tanto exceso. ¿Hace falta repetir todas las escenas de lucha dos veces?

Y eso que tenemos la única versión de Holmes de las tres actuales en las que la acción transcurre en la época del original literario, con toda la recreación histórica, y el personaje se ciñe más al Holmes clásico, incluida su afición por el disfraz y sus habilidades pugilísticas.

Pero, como he dicho, la trama peca de linealidad y sosez. Una cosa es que no se pueda crear un ambiente de misterio en torno al personaje de Moriarty como han hecho en las dos series capítulo a capítulo, mencionándolo una y otra vez mientras se retrasa su aparición, en tanto que en la película a los cinco minutos ya lo han presentado y lo han revelado todo sobre él, y otra que no sean capaces de generar una trama brillante en dos horas, cuando las dos series, una con capítulos de hora y media y la otra de 40 minutos, las han dado mucho mejores.

Desde luego, desperdiciando así a Moriarty y a Irene Adler (véanse los spoilers), a mí me han quitado todas las ganas de ver una nueva entrega de este Holmes. Y eso que los planes de Moriarty no dejan de tener su lógica y dan pie a ciertas reflexiones.

El detalle: La mejor escena, de lejos, la pelea durante la despedida de soltero de Watson, mientras suena una giga irlandesa. Imperdible.


SPOILERS

Lo peor de la secuela es cómo se cargan el personaje de Irene Adler, la única mujer que ha amado Holmes. Un personaje al que le han sacado un partido extraordinario en las dos series televisivas, cada una a su modo, pero al que aquí, tras la magnífica labor de Rachel McAdams en la primera entrega, despachan de la manera más burda en los primeros minutos del film. Todo un desperdicio.

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