Todo lo que había ganado Smallville con las temporadas 2 y 3, en constante
progresión, se echa a perder en la cuarta, un despropósito que casi la
convierte en la peor de la serie, aunque para eso ya está la primera.
Y eso que el arranque mantiene el buen nivel de la recta final de la
tercera temporada, mientras se desvela el destino de cada personaje después del
magistral continuará de aquella. Sin desvelar gran cosa, al final solo
desaparece uno de los protagonistas, Pete, que siempre había sido el más flojo
del reparto y que simplemente se traslada a otra ciudad… con el secreto de Clark
a cuestas.
Sí tenemos en cambio un nuevo personaje fijo para la cabecera, Jason, el novio
que Lana se trae de París… y que por supuesto también tiene algo que ocultar.
El olfato de Lana para los novios no acaba de funcionar.
Las novedades se completan con las apariciones esporádicas de la veterana
Jane Seymour como la madre de Jason, aún más oscura que su vástago, y la
incorporación, casi como personaje fijo, de Lois Lane, la novia de toda la vida
de Superman, reconvertida aquí en la prima de Chloe… que odia el periodismo.
Lois es precisamente lo único salvable de la temporada, con su desparpajo y
ese juego del gato y el ratón que mantiene desde el primer momento con Clark,
que aún no sabe que ella será el amor de su vida, mientras su relación con Lana
es más complicada que nunca.
Más allá de eso, la trama central se centra en tres piezas de un objeto de
Krypton que Jor-El le ordena reunir a Clark tras regresar de su viaje estelar.
Pero también las quieren Lex y su padre, al igual que la madre de Jason. El
problema, para empezar, es la falta de credibilidad de toda la trama, puesto
que las piezas tienen siglos de antigüedad y se hallan diseminadas por Egipto o
China. ¿Es que Jor-El también dominaba el viaje por el tiempo? Y tampoco se
explica por qué algunas piezas tienen guardianes de kriptonita…
El siguiente problema es la parte de la trama que afecta a Genevieve, la
madre de Jason, quien resulta ser la reencarnación de una noble que en la Edad
Media ya buscaba las piedras ¿? y quemó en la hoguera a una bruja que también
las buscaba. Una bruja que queda unida a Lana después de que esta visite su
tumba en París y que tomará posesión de su cuerpo en alguna que otra ocasión.
Todo demasiado rebuscado. Y para rematar, la trama central ocupa muy pocos
episodios y se resuelve al final de la forma más apresurada y chapucera
posible.
Por lo que respecta a los capítulos autoconclusivos, la gran mayoría son
muy flojos, volviendo al bajo nivel de la primera temporada. Así, tras el
díptico inicial, tenemos a unas animadoras ¡expertas en química avanzada! que
mediante un brebaje basado en la kriptonita (para variar) convierten a los
hombres en esclavos sumisos; una chica a la que su madre opera, con kriptonita,
por supuesto, para que pase de ser fea a la más atractiva del instituto, o a un
chico que gana todas las apuestas gracias a un curioso poder sobre el azar.
El instituto vuelve a ganar terreno en las tramas, y es que al fin y al
cabo, como ocurriera en la tercera temporada de Buffy, cazavampiros, acaba el paso de Clark por el instituto y hay
que ir cerrando una época. Para ello tendremos al protagonista tratando
nuevamente de triunfar en el rugby a pesar de la reticencias de su padre. Y por
supuesto, eso nos llevará a un capítulo sobre dopaje… con kriptonita, of course.
La temporada incluso presenta a Krypto, el superperro de Superman, que se
queda en la granja aunque sin desempeñar ningún papel más allá del de mascota
decorativa.
Entre lo poco salvable está el capítulo 5, Corre, con una particular versión de Flash, el superhéroe del universo de Superman cuyo poder es correr a toda velocidad. Aquí toma el nombre de Bart Allen, el personaje más joven que ha vestido el traje de Flash, y al que ya tenemos compitiendo con Clark para responder a la eterna pregunta: ¿Es más rápido Flash o Superman? Por cierto que, en un magnífico guiño a los cómics, Bart lleva identificaciones falsas con los nombres de otros personajes que han sido Flash: Jay Garrick, Barry Allen y Wally West.
Pero lo mejor llega en los capítulos 11 y 12, Peligroso y Paria, un díptico en el que reaparece Alicia, la chica que se teletransporta, ya presentada en un capítulo de la anterior temporada. Aquí vuelve, aparentemente rehabilitada y convertida en la única chica con la que Clark siente que puede construir una relación romántica, dado que ambos conocen sus respectivos poderes. Pero las cosas no van a ser nada fáciles… y de paso, con Pete ya fuera de escena, otro allegado de Clark va a descubrir su secreto… aunque no compartirá esta revelación con el propio Clark.
Pero lo mejor llega en los capítulos 11 y 12, Peligroso y Paria, un díptico en el que reaparece Alicia, la chica que se teletransporta, ya presentada en un capítulo de la anterior temporada. Aquí vuelve, aparentemente rehabilitada y convertida en la única chica con la que Clark siente que puede construir una relación romántica, dado que ambos conocen sus respectivos poderes. Pero las cosas no van a ser nada fáciles… y de paso, con Pete ya fuera de escena, otro allegado de Clark va a descubrir su secreto… aunque no compartirá esta revelación con el propio Clark.
Esta temporada también reincide en un recurso muy utilizado con
anterioridad, el de los cambios de personalidad, que nos muestran a los
personajes actuando de forma muy distinta a la habitual. En el apartado cómico
tenemos el episodio 8, Hechizo, en
el que por primera vez la bruja posee a Lana y otras dos brujas a Lois y Chloe,
travestidas para la ocasión como si de un remake alocado de Jóvenes y Brujas se tratara. Y en el
capítulo 18, Espíritu, una pija
insoportable va poseyendo a la práctica totalidad del reparto. Inolvidable el
momento en el que la madre de Clark se convierte en una adolescente alocada.
Pero donde este recurso alcanza todo su potencial es en otro de los
episodios más inspirados, el 6, Transferencia.
Hasta ese momento hemos disfrutado con una nueva versión de Lionel, ahora
rapado y entre rejas, pero sin perder un ápice de su maldad. En este capítulo
él y Clark intercambian sus cuerpos, de modo que mientras Clark debe sobrevivir
en la cárcel dentro del cuerpo de Lionel, este descubre todos los secretos de
Clark y puede lograr lo que se le antoje con sus poderes. Claro que, al final,
todo volverá a la normalidad, con borrado de memoria de Lionel incluido… y un
drástico cambio de personalidad que nos hará dudar el resto de la temporada de
las verdaderas intenciones de Lionel.
No nos olvidamos del capítulo 17, Ónice,
en el que la kriptonita negra provoca que Lex se desdoble en una versión buena
y otra mala de sí mismo, lo que también dará bastante juego, ni del 19, Olvido, en el que por segunda vez en la
misma temporada Clark pierde la memoria. Mención especial, por último, para el
20, Eterno, en el que a Lana y Clark
les toca ejercer de ‘padres’ de un bebé que se convierte en adolescente a las
pocas horas de su nacimiento.
Y como ocurriera en Buffy, aquí
con una temporada más, toca despedir el instituto, y qué mejor que hacerlo con
una nueva lluvia de meteoritos y dejando a varios personajes de nuevo al borde
de la muerte. El continuará de esta entrega no llega a ser tan logrado como el
anterior, pero resulta más que evidente que cuando ¡al fin! las tres piezas
forman una, lo que tenemos es la ‘llave’ de… (véase el próximo post sobre la
quinta temporada).
El detalle: Si en las dos anteriores temporadas hubo aparición
estelar de Christopher Reeve, el Superman de la gran pantalla por excelencia,
en esta ocasión, además de dedicar un capítulo a su memoria tras su
fallecimiento, tenemos como invitada en algunos capítulos a Margot Kidder,
precisamente la Lois Lane de las películas de Reeve, cuya aparición en la serie
coincide con la presentación de la Lois Lane de Smallville.
No hay comentarios:
Publicar un comentario