Allá por los 90, después de deslumbrar con ‘Alien’ y ‘Blade Runner’, y antes de convertirse en ‘el hombre que dirige a Russell Crowe’, Ridley Scott vivió sus horas más bajas firmando películas como ‘Tormenta blanca’ o ‘La teniente O’Neill’. De aquel periodo data también ‘1492. La conquista del paraíso’, proyecto cinematográfico surgido a raíz del quinto centenario del descubrimiento de América. Este film también suele incluirse en el periodo menos inspirado de Scott, aunque cabría reivindicarlo un tanto.
Como buena coproducción, ‘1492’ permite ver compartiendo planos a actores de nacionalidades tan dispares como nuestro Fernando Rey en uno de sus últimos papeles (citemos también a Angela Molina, Fernando Guillén-Cuervo o a un jovencísimo Achero Mañas), los franceses Gerard Depardieu (interpretando, cómo no, a Colón, en su etapa de mayor prestigio) o Tchéky Karyo, los norteamericanos Armand Assante y Sigourney Weaver (como Isabel de Castilla), e incluso, en un pequeño papel, a Arnold Vosloo, que un montón de años más tarde daría imagen a la nueva momia.
Como buen film de Scott, y pese a incluirse en los fastos del quinto centenario, ‘1492’ no es complaciente en absoluto con todo lo que rodeó el descubrimiento de Colón. Así, se abre con los esfuerzos del marinero para financiar su aventura, con claras críticas a la Universidad de Salamanca, que se acentúan en la conclusión de la película cuando sus responsables aseguran que siempre creyeron en las teorías de Colón tras haberse opuesto totalmente a ellas en el pasado. El film también arranca con la brutal quema de varios condenados a la hoguera, con el fin de mostrar cómo la Iglesia se servía de la Inquisición para ejercer su poder y salvaguardar su ideología.
El director no da papel alguno a Fernando de Aragón, otorgando todo el protagonismo a Isabel de Castilla, y deja claro que el dinero fue el motor de todo. No se explaya demasiado Scott en el viaje hasta América, con la clásica amenaza de amotinamiento al ver que pasaban los meses y no llegaban a ninguna parte, y podría decirse que la película empieza de verdad con la llegada al nuevo continente.
Scott presenta a Colón como un hombre que quería aprender de los nativos y fomentar la convivencia pacífica con ellos, pero que se vio superado por las circunstancias, ya fueran el primitivismo de los aborígenes o la adversa climatología de los trópicos. Tampoco ayudó, más bien todo lo contrario, el comportamiento de los nobles que le acompañaron en el segundo viaje, acostumbrados a mandar fueran a donde fueran y a usar la violencia.
En este tramo de la película da la impresión de que Scott trataba de rodar su propio ‘Apocalypse Now’, al mostrar cómo afectó a los españoles su encuentro con unas tierras salvajes y una sociedad primitiva totalmente ajena a las convenciones sociales, terreno abonado para sacar lo peor de cada uno. Desafortunadamente, la intención del director acaba dando lugar a una de las escenas más fuera de lugar en todo el metraje, con el sangriento asalto a uno de los poblados nativos.
El film se cierra con el fracaso de Colón, que sólo se salva de la cárcel debido a las influencias de la reina, y que ve como todo el mérito se lo lleva Américo Vespuccio. Sin embargo, Scott recalca que, a diferencia de otros hombres, Colón sí cumplió su sueño, y aunque las tierras que encontró no fueron las que esperaba, quedó fascinado con aquel nuevo mundo.
El detalle cinéfilo: Si Ridley Scott acabó filmando una película más o menos lograda, con sus aciertos y sus errores, Vangelis nos obsequió con una de sus obras más inspiradas, la banda sonora de ‘1492’, que demostró su buena sintonía con Scott, superando incluso a la partitura que entregara para ‘Blade Runner’. Os dejo con un fragmento
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