martes, 23 de julio de 2013

'Star Trek En la oscuridad': Khan post 11-S


Hala, ya está, ya lo he dicho. Por si alguien no se ha enterado al leer el titular de este post, el malo de Star Trek En la oscuridad no es otro que Khan. ¿Y quién es Khan?, se preguntarán algunos. Ah… ese es el quid de la cuestión. JJ Abrams es muy listo o muy tonto, o tal vez las dos cosas. 

La gran pregunta es ¿por qué hacer un remake de La ira de Khan (1982), el segundo film de la franquicia Star Trek con el reparto original, y empeñarse en negar que se trata de un remake? ¿Por qué negar una y otra vez que el malo de la película, encarnado magistralmente por Benedict Cumberbatch –el Sherlock moderno de la BBC- era Khan, después de que los rumores empezasen desde que se puso en marcha este proyecto?

Es evidente que Abrams quería salvaguardar el efecto sorpresa, pero seamos serios. Cuando por fin Cumberbatch suelta la FRASE del film –¡Mi nombre es Khan!- solo consigue un impacto emocional en los trekkies de toda la vida, entre quienes han visto una docena de veces La ira de Khan –dejémonos de rodeos: el mejor film de la franquicia de lejos- y saben que estamos ante el peor enemigo de los tripulantes del Enterprise. Así se encarga de recordarlo el propio Spock, y no hablamos de Zachary Quinto, sino del mismísimo Leonard Nimoy, que repite en esta entrega para recordar que ya vencieron a Khan ‘pero a un alto precio’.

Alto precio que, como sabrán todos los que hayan visto las primeras películas de la saga, es la muerte del propio Spock en el momento más emotivo de toda la historia de Star Trek. De ahí que, de nuevo, solo los trekkies de toda la vida le hallarán sentido a las palabras de Nimoy, y al resto les sonará a chino.

¿Quiere decir esto que solo conociendo todo el bagaje historico de Star Trek puede disfrutarse En la oscuridad? Ni mucho menos. De ahí lo de que Abrams es muy inteligente. Su segunda entrega de Star Trek es una perfecta máquina de relojería, una bala que se dispara y vuela rauda sin nada que la detenga. Del primer al último minuto, y hablamos de dos horas cumplidas, la película no da tregua y satisfará a cualquier espectador, aunque la trama sea un tanto plana, con las sorpresas justas y tal vez demasiadas explicaciones para que nadie se pierda, aunque a veces un tanto aturulladas. Además, Abrams sabe aprovecharlo todo y en la primera acción de Khan demuestra que ha tomado nota del último episodio de la primera temporada de Homeland, y en la última pelea que ha visto unas cuantas veces cierta escena de Minority Report.

Sin embargo, es Khan quien hace que el film valga realmente la pena, haciéndolo subir a otra dimension cada vez que aparece Cumberbatch, con una interpretación más física que la del Khan original, Ricardo Montalbán, hasta el punto de convertir a Bourne en un luchador tullido. Y eso que la gran frase del tráiler –Piensas que tu mundo es seguro. Es una ilusión. Disfruta de los últimos momentos de paz-, implacable en versión original… brilla por su ausencia en el montaje final. Toma timo…

Supongo que Abrams no quería la publicidad negativa que le acarrearía saber que simplemente estaba preparando un remake de La ira de Khan, pero al no reconocerlo perdía en cambio el gancho con los fans de toda la vida… a costa de preservar la sorpresa para una generación que no sabe quien es Khan… y que por tanto no puede apreciar esa sorpresa.

Como tampoco puede apreciar la vuelta de tuerca al desenlace, ese alto coste que hay que pagar para vencer a Khan… aunque en este caso no van tan lejos -al fin y al cabo Kirk y Spock acaban de conocerse y la escena final no puede tener la intensidad que se lograba en La ira de Khan, aunque se queda cerca- y optan por una solución alternativa que se ve venir desde la segunda escena del film.

Por lo demás, en realidad no es Khan el único villano de la función, ya que al fin y al cabo seguimos en la era post 11-S y el verdadero argumento de En la oscuridad son las guerras preventivas. Sin desvelar demasiado, hay otros dos elementos que se han cuidado muy mucho de no publicitar además de la presencia de Khan: los klingons y Peter Weller.

Evidentemente el Robocop original, ahora que están ultimando el inevitable remake, tiene un papel clave en el film que nos ocupa, en el que también Abrams introduce a los klingons en su relectura de Star Trek. Y lo de relectura va muy en serio, ya que el director sigue reconstruyendo su propia version de la historia original. Ya en el primer film se cargó Vulcano y redefinió los orígenes de los protagonistas, para aquí modificar ligeramente el papel de Khan y empezar a introducir a los klingons que, o mucho me equivoco, o van a ser decisivos en la próxima entrega.

En cuanto al reparto, Chris Pine sigue demostrando que acertaron de pleno cuando le eligieron para ser el nuevo Kirk mientras Zachary Quinto cumple como Spock. Del resto del reparto, Zoe Saldana como Uhura y Simon Pegg como Scotty siguen siendo los que más brillan, mientras Chejov, Sulu e incluso McCoy salen con cuentagotas, y sobre todo este último pide a gritos que le den más cancha. Ah, y se suma a la tripulación la británica Alice Eve, cuyo personaje, más allá del papel que le exige un guión bastante obvio, se limita a lucir tipo y a perfilarse como futuro interés amoroso de Kirk.

Futuro que pasa, siguiendo la reescritura de la saga, por iniciar el mítico viaje de cinco años ‘a donde ningún hombre ha llegado jamás’. Y aunque Abrams renuncie a la profundidad a cambio de la aventura más trepidante y su Khan no iguale al original, seguiremos atentos a los viajes del Enterprise.

PD: Se va a tener que currar bastante más su Star Wars, que conste.

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