Kick Ass (2010) ha sido uno de los últimos éxitos del cine de superhéroes, al
tiempo que una de las propuestas más originales del género. La idea, fruto del
guionista Mark Millar, uno de los más irreverentes y rompedores del mercado,
consiste en responder a la pregunta que se ha hecho todo fan de los cómics de
superhéroes: ¿Qué pasaría si me pusiera capa y leotardos y saliera a la calle a
cazar criminales? Y la respuesta de Millar es, básicamente: te van a dar de
hostias.
El cómic ya tuvo una gran acogida, aunque no deja de ser una obra muy
sobrevalorada, salvo por el apartado gráfico, donde John Romita Jr., que
siempre me ha parecido un pésimo dibujante, realiza, sin duda, su mejor
trabajo. Eso sí, la obra no es precisamente para espíritus sensibles, ya que guionista
y dibujante abusan de la violencia más gore, una de las señas de identidad de
Kick Ass, regodeándose en escenas a cuál más salvaje, al más puro estilo
Tarantino. Uno de los puntos flojos del cómic.
En cuanto al argumento, el protagonista es un chaval de instituto que un
buen día prueba a vestirse de superhéroe y le dan tal paliza que acaba con un
montón de planchas de metal bajo la piel, lo que le va a ayudar mucho a la hora
de soportar los más que frecuentes golpes que va a recibir cuando, tras
pensarlo mucho, decida continuar con su carrera superheroica. Las redes
sociales, cómo no, le convertirán en un fenómeno social. Luego empezarán a
aparecer más superhéroes, la mafia… y todo se irá complicando hasta acabar en
la enésima orgía sanguinolenta.
Por supuesto en la traslación del cómic a la gran pantalla (en la que por
cierto intervinieron los dos autores del cómic) hay diversos cambios, unos más
drásticos que otros. Y es que aunque los primeros números (la mini serie tiene
un total de 8, de unas 25 páginas cada uno) son adaptados con bastante
fidelidad, la película reduce el nivel de violencia (o más bien de hemoglobina)
y potencia la espectacularidad, sobre todo en la batalla final.
El film tiene la suerte de contar con un director como Matthew Vaughn, que
parece haberse especializado en el género. Así, tras rodar una atractiva
adaptación de Stardust, novela de Neil Gaiman, creador del mejor cómic de los
90, Sandman (si no lo habéis leído, ya estáis tardando), rodó Kick Ass, para
luego relanzar la franquicia mutante con X-Men: First class. Y siempre con un
nivel de calidad sobresaliente.
También tiene a su favor un excelente reparto, con Aaron Johnson bordando
al protagonista y dos secundarios de lujo como Mark Strong, haciendo de malo para
variar, y Nicolas Cage en uno de los escasísimos aciertos que ha tenido en los
últimos años. Aunque la estrella es la jovencísima Chloe Moretz como Hit Girl,
una heroína de 10 años que parece salida de unos dibujos animados… dirigidos
por el Tarantino más desencadenado, of course.
No estoy de acuerdo con algunos críticos que le echan en cara al film haber
convertido al protagonista en un héroe de verdad, cuando en el cómic no es más
que un idiota. En realidad, poca diferencia hay entre las dos obras, aunque es
evidente que la película se toma bastante más en serio, sobre todo a medida que
avanza el metraje.
Pese a todo, y aunque la carga paródica del cómic es mayor, este no pasa de
ser un punto de partida original muy estirado, aunque con oficio, pero que se
traiciona a sí mismo al mostrar la violencia como algo divertido. La película,
mucho más convencional, sí logra destacar a pesar de ello al mostrar una
perspectiva poco vista en el medio, aunque también negándose a seguirla hasta
el final. Será que para héroes realistas ya está Watchmen (y me refiero al cómic).
Y para abordar los cambios más trascendentes en el viaje del papel a la
pantalla, entramos ya en los
SPOILERS
En el film Big Daddy es un expolicía que pretende vengarse del mafioso que
arruinó su vida, cuando en el cómic finalmente se desvela que este origen se lo
inventó: en realidad es un pobre tipo que se aburría en su vida diaria y dejó a
su mujer para vivir la ficción de ser un superhéroe, arrastrando además a su
hija… Por tanto, el origen de Big Daddy refuerza en el cómic la desmitificación
del género, mientras que en la película potencia el heroísmo de los
protagonistas.
En la misma línea, si en las dos obras Kick-ass finge ser gay para estar
con la chica de la que está enamorado, cuando al final le confiesa la verdad,
en el cómic ella lo manda a freír espárragos, mientras que en la película también le
revela su identidad secreta y se convierten en pareja. Es decir, en el cómic
Millar sigue desmitificando, mientras el film no renuncia al recurso de la
trama romántica.
Por último, un cambio menor, pero con importantes consecuencias, es que en
el film sabemos desde el primer momento que el superhéroe con el que se alía
Kick-ass no es otro que el hijo del capo mafioso y todo es un plan para acabar
con Big Daddy, mientras que el cómic opta por ocultarlo al lector para
desvelarlo en el último momento como golpe de efecto.
La secuela: Efectivamente, ya se ha publicado la segunda mini serie, que
también está siendo llevada al cine (con Jim Carrey!). Así que este post tendrá
continuidad…
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