jueves, 9 de mayo de 2013

Alfredo Landa: Se va mucho más que el landismo


Desde su debut cinematográfico en Atraco a las 3 (1962) hasta sus últimas colaboraciones con José Luis Garci, como Luz de domingo (2007), Alfredo Landa supo labrarse a lo largo de más de un centenar de películas una de las carreras actorales más sólidas y versátiles de nuestro país. 

Tras unos inicios vinculados a la comedia, el cine del destape de los 70 le haría tan popular que acabaría acuñándose el término landismo para referirse a aquellas películas repletas de extranjeras en bikini, y que sirven para hacer una radiografía de cómo era o quería ser la España de la época.

A diferencia de otros compañeros de profesión, Landa logró superar aquella imagen y ganar prestigio con trabajos más 'serios' en los 80, aunque nunca se quitaría por completo la sombra del landismo, que él llevaba a mucha honra.

También prolongaría su éxito en la pequeña pantalla, con series como Lleno, por favor, concebidas para su lucimiento, o breves apariciones, como las que protagonizó en Los Serrano.


Su mejor interpretación será siempre, para todos, Los santos inocentes (1984), junto a su inseparable Paco Rabal, en un papel tan alejado como pueda imaginarse del landismo. Aunque para mí siempre será el bandido Fendetestas de El bosque animado (1987), uno de esos papeles que permiten el lucimiento total de quien, como el norteamericano Jack Lemmon, por bien que pueda actuar cuando se pone 'serio', siempre llega más al corazón cuando saca el comediante que lleva dentro.

Y no me olvido de Tristeza de amor (1986), extraordinaria serie de tv, en la que interpretaba a un locutor de radio, eterno perdedor, de la que guardo un recuerdo imborrable. Toda una lección.

Descanse en paz.

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