Anoche concluyó en Cuatro la primera temporada de Touch,
aunque los muy despistados estuvieron todo el día anunciando que iban a
estrenar la segunda, ignoro si debido a la competencia de Vikingos. Y es que
aunque la nueva serie de Kiefer Sutherland arrancó bien, ganándole el duelo a
la Dallas moderna, parece que ha acusado la llegada de la tribu de Gabriel Byrne.
Touch supuso la reválida para Sutherland, después de 8 temporadas como Jack Bauer en 24, y de Tim Kring, el también creador de Héroes.
Y la mano de este ultimo se nota, pero mucho. Kring se inspira en el efecto
mariposa para mostrar cómo las acciones de individuos que no se conocen acaban
influyéndose entre sí. Por supuesto esto acaba dando lugar a capítulos en los
que dichas acciones acaban confluyendo de manera lógica (aunque hasta el ultimo
momento no se percibe dicha lógica) y a otros en los que todo parece de lo más
rebuscado. Al final, la serie se balancea peligrosamente entre las maravillas
del azar de Paul Auster y el ‘porque lo dice el guionista’.
Como hiciera en Héroes con las introducciones de Suresh, aquí reemplazadas por las del niño austista
(al que creo que es inevitable cogerle manía), Kring aprovecha para seguir
transmitiéndonos su filosofía de vida tomada de manuales de autoayuda,
incidiendo aquí en que ‘todo está conectado’: cada acción, positiva o negativa,
acaba repercutiendo en el mundo.
Más allá de estos aspectos filosóficos, la serie acaba
recordándome a la mítica Autopista hacia el Cielo de Michael Landon o a la no
menos mítica Quantum Leap, en las que los protagonistas tenían que conseguir en
cada capítulo solucionar los problemas, del tipo que fuesen (emparejar a
alguien, frustrar un delito, salvarle la vida a alguien…), de gente a la que
conocían en cada episodio. Aquí le toca esta tarea a Martin Bohm, un periodista que
tras la muerte de su mujer en el 11-S se dedica a cuidar de su hijo autista,
que parece tener una habilidad especial para expresarse por medio de números.
Así que en cada capítulo el retoño insiste en una determinada cifra, y a su
padre le toca averiguar a quien debe arreglarle el día.
Junto a las tramas autoconclusivas, donde Kring vuelve a
mostrar su predilección por presentar a gente de todos los países del mundo,
siempre en versión original en subtítulos como ocurría en Héroes con Hiro, tratando de enseñarnos
que la gente se mueve por las mismas pasiones en todo el mundo, tenemos la
trama central, en la que un viejo profesor encarnado por Danny Glover le
revela a Bohm que su hijo ve las conexiones que hay en el mundo y trata de
arreglar lo que está mal. La cosa aún se liará más con la aparición de un judío
y la referencia a los 36 hombres justos que velan por el bien del mundo, sin olvidarnos de la proporción áurea.
Resumiendo, que el crío
tiene un poder muy especial y evidentemente hay ‘gente mala’ que va a por él,
como ya hicieron en su día con Amelia, otra niña a la que trató el anciano
doctor, y cuyo verdadero destino es uno de los enigmas recurrentes de la serie.
Touch no es para tirar cohetes y tampoco va a hacer
historia como ocurrió con 24 o Héroes –al menos en su primera temporada-, pero
se ve con cierto interés, aunque la trama central, que en sus mejores momentos
me recuerda de algún modo a Fringe, no sea gran cosa, con unos ‘malos’ demasiado en la
sombra.
Eso sí, tienen el buen gusto de fichar a María Bello para
los capítulos finales, y a Mary Stuart Masterson para un último episodio que
actúa en cierto modo como epílogo de esta primera entrega, narrando los hechos
ocurridos entre las dos últimas escenas del penúltimo episodio.
Y no me olvido de las dos japonesas que han acabado
convirtiéndose en el símbolo de la serie, siempre acompañadas con su móvil y su traductor instantáneo. Y es que las redes sociales y cualquier tecnología que sirva para comunicar también tienen su protagonismo en Touch.
El detalle: La chica que cuida al niño después de que sea
internado en un centro especializado está interpretada por Gugu Mbatha-Raw, a quien ya vimos
en la tercera temporada moderna del Doctor Who como la hermana de la compañera
del Doctor en dicha entrega, Martha Jones. Por cierto, uno de los productores es Martin Lawrence, director de Soy Leyenda (2007) y las próximas entregas de Los Juegos del Hambre, que dirigió el primer episodio, uno de los más poéticos. Ah, y los títulos de crédito de la serie son, posiblemente, los más bellos de la historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario