miércoles, 21 de agosto de 2013

'Twin Peaks 2": El oscuro mundo de Windom Earl


La segunda temporada de Twin Peaks es un buen ejemplo de que ‘quien mucho abarca, poco aprieta’ y de que estirar demasiado una historia nunca es buena idea. Pero tanto éxito tuvo la primera entrega, de apenas 8 episodios más el piloto, que se quiso exprimir al máximo la gallina de los huevos de oro y la segunda tanda se prolongó hasta los 22 capítulos, eso sí, con alguna interrupción para tratar de arreglar el desaguisado.

Simplificando, la continuación de Twin Peaks puede dividirse perfectamente en tres partes más o menos homogéneas. La primera de ellas viene a tener una duración aproximadamente similar a la primera temporada, y tal vez lo mejor hubiera sido poner fin a la serie en ese momento. Estos primeros capítulos arrancan con un nuevo ‘piloto’ de hora y media y la acción sigue desarrollándose a capítulo por día. David Lynch y Mark Frost aún estaban al timón de la nave, el primero dirigiendo los capítulos clave, y las tramas seguían ganando en interés.

El caso es que la productora obligó a Lynch a desvelar la identidad del asesino de Laura Palmer, y ahí se acaba lo bueno. La serie se marca unos continuará brutales a medida que primero el espectador y luego los protagonistas descubren toda la verdad, hasta un capítulo magistral, de nuevo a cargo de Lynch, que cierra la trama central de manera impecable… si uno acepta la resolución sobrenatural ideada por los creadores de la serie.

A partir de ahí Twin Peaks cae en picado como pocas veces se ha visto en television, ya que, sin Lynch ni Frost, los nuevos guionistas no saben qué hacer con los personajes, y eso que el reparto era de lo más extenso y variado. Buen ejemplo de ello es la trama que idean para retener a Cooper en Twin Peaks una vez que ha resuelto el caso, en la que le tienden una trampa y acaba siendo retirado del servicio e investigado por tráfico de drogas. La historia tiene su interés, pero pierde originalidad y fuerza con respecto a lo visto hasta el momento. Una trama en la que además Audrey es secuestrada, lo que reduce en gran medida su presencia en pantalla y su interacción con el resto de personajes. Y es que tampoco ayudaron los celos de Lara Flynn Boyle, que encarnaba a Donna y por aquel entonces salía con Kyle MacLachlan, el agente Cooper, hacia Sherilynn Fenn, que interpretaba a Audrey Horne, el interés amoroso de Cooper en la serie. Así que los guionistas tuvieron que olvidar el romance y buscarle una nueva historia amorosa con poca chicha a Audrey, por cierto con un juvenil Billy Zane.

Hablando de Audrey, su padre, uno de los personajes más carismáticos, tocará fondo y pasará varios capítulos enajenado, recreando batallitas de la guerra civil norteamericana… solo para recuperar algo de interés en los últimos capítulos, con cierto misterio que le une a la familia de Donna.

El triángulo entre esta última, James y la prima de Laura, ya apuntado en la primera temporada, no deja de ganar intensidad hasta la resolución del misterio en torno a la muerte de Laura. A partir de ahí, desaparecida toda la familia de Laura de la acción, James coge su moto y se larga, para vivir una trama de cine negro con mujer fatal incluida, pero tan falta de interés como falto de carisma está el actor que interpreta a James. Mientras, Donna se queda sin papel y Shelly y su novio no logran despertar interés en toda la temporada. Por cierto, ojo a lo que le depara el destino al marido de la camarera...

También llegan nuevos personajes, aún más estrambóticos, como el agente travestido del FBI que encarna un David Duchovny pre Expediente X y Californication. Y sigue la comedia surrealista, con apariciones del propio Lynch, ya sea como un agente sordo del FBI o en su versión infantil.




No será hasta los últimos episodios, con el regreso de Lynch y Snow, cuando la serie remonte el vuelo, especialmente con la trama en torno a Windom Earl (en la imagen), un personaje del que se habla mucho antes de su primera aparición, e incluso al que ya se mencionaba en la primera temporada: el excompañero de Cooper en el FBI, que por motivos que ya se desvelarán, acabó en un psiquiátrico del que ahora escapa para iniciar una macabra partida de ajedrez.

Earl encontrará en Kenneth Welsh el perfecto actor para encarnar a este siniestro y desquiciado malvado, mientras se van atando todos los cabos en torno a los misterios que rodean Twin Peaks y sus bosques. Todo ello a medida que Cooper se enamora de nuevo y se acerca la noche en la que se elegirá a Miss Twin Peaks, con prácticamente todo el reparto femenino como candidatas, incluyendo a las nuevas adquisiciones de esta temporada: una jovencísima Heather Graham y una Robin Lively que vuelve locos a todos los varones de Twin Peaks.

Al final, Lynch cerrará la serie, según cuenta, como él quería, ‘dinamitando’ esta pequeña población, y pese a que el ultimo capítulo resulta más lynchniano que nunca y a muchos les puede parecer una tomadura de pelo –por cierto, apuntando por dónde podía seguir la serie en una hipotética tercera temporada-, desde luego el plano final es magistral, y de los más perturbadores que se hayan visto nunca en la pequeña pantalla.

Al final, y pese al bajón experimentado durante demasiados episodios, la segunda temporada nos muestra un Twin Peaks que sigue valiendo la pena visitar, ya sea para reírse viendo si Lucy se decanta por Andy o por su otro pretendiente (mientras trata de averiguar quien es el padre de su hijo) o cómo Nadine tras darse un golpe cree que está otra vez en el instituto y adquiere la fuerza de un titán ¿?, seguir los enredos amorosos de jóvenes y no tan jóvenes o aterrorizarse con las apariciones del fantasmal Bob… o tomarse un café y unos donuts con Coop y el sheriff Truman.

Y es que Twin Peaks ya hace tiempo que forma parte de la historia de la television, en la que supuso toda una revolución y abrió la puerta a que pudiesen realizarse muchas series que antes hubieran sido impensables.

El detalle: En esta segunda temporada se estrenó en la dirección de algún capítulo la actriz DianeKeaton, y también asumió este cometido James Foley, director entre otras de Glengarry Glenn Ross.

La escena: Y no me olvido del final de Josie Packard, tan original como perturbador.


No hay comentarios:

Publicar un comentario