sábado, 24 de agosto de 2013

'El lado bueno de las cosas': Mucha Lawrence y demasiada comedia


El lado bueno de las cosas fue otra de las nominadas al Oscar en la última edición de los premios. Pero, a diferencia de otras como Lincoln o La vida de Pi, en mi caso verla no fue una prioridad, al menos en pantalla grande, ya que estamos ante lo que vendría a ser un telefilme desarrollado al máximo: puede que tenga una magnífica historia e intérpretes, pero aprovecha poco las dimensiones de una pantalla de cine.

Visto lo visto, El lado bueno de las cosas sobraba entre las nominadas, aunque es lo que ocurre cuando se nominan hasta una decena de películas. Tampoco iguala al anterior trabajo de su director, David O. Russell, la extraordinaria The fighter (2010), aunque repite algunas constantes de la misma como el gusto por las familias distópicas y el rodaje de escenas en plena calle… además de una muy acertada dirección de actores.

Russell lleva camino de ser el nuevo Woody Allen, y es que si The fighter les valió el Oscar al mejor secundario y secundaria a Christian Bale y Melissa Leo, respectivamente, aquí el premio se lo ha llevado JenniferLawrence a la mejor actriz, demostrando que ya es mucho más que una promesa, la mejor actriz de su generación, y han vuelto a llover nominaciones, incluida una al mejor secundario para el veterano Robert de Niro, que no necesita presentación.

Basada en el libro de Matthew Quick, la cinta se centra en Patrizio, el personaje interpretado por Bradley Cooper, que tal vez ofrece su mejor interpretación hasta la fecha pero eso no es decir mucho y no deja de ser el más flojo de todo el reparto. Personaje al que encontramos saliendo de rehabilitación tras descubrirse que padece trastorno bipolar y asestar una paliza al amante de su mujer tras pillarles en plena faena.

No ayuda demasiado a la vuelta a la vida normal que Patrizio siga obsesionado por reconciliarse con su mujer, que ya se ha mudado de la ciudad, o que su padre, el personaje de De Niro, tenga brotes violentos y una fijación por el béisbol y las apuestas. Y quien lo acabará de poner todo patas arriba es una amiga de su mujer que acaba de enviudar, de tendencias ninfómanas y una complicada personalidad… aunque esto es una descripción más que superficial.

El amor surgirá de la manera más inesperada, aunque esto está muy lejos de ser la típica comedia romántica. El baile será otro de los ejes del film, que acaba de despegar en cierta escena en la que se formaliza una apuesta. Ahí es donde la Lawrence se gana el Oscar, no tanto por su interpretación, que es magnífica, sino porque su personaje se mete al público en el bolsillo. Y también es ahí donde De Niro se gana su nominación.

Russell vuelve a dar en el clavo, aunque no tiene una historia tan buena como en The fighter (ya se sabe que la realidad siempre supera a la ficción, y aquella estaba basada en hechos reales), y demuestra que es uno de los cineastas a seguir, cuando hablamos de cine de personajes sin efectos especiales. Pero lo cierto es que su último trabajo desentonaba en los Oscar, a excepción de la Lawrence, que hace un estupendo trabajo y se come a Cooper con patatas… pese a no ser una interpretación de las que pasan a la historia. Al final, me temo que es ese tono de comedia que domina el film lo que posiblemente le resta credibilidad y fuerza a la hora de llegar al espectador, que solo acaba quedándose con los apuntes cómicos más superficiales.

La escena: Faltaría más, el baile, la otra escena en la que la Lawrence se gana el Oscar. No es el baile de Esencia de mujer (1992), perfecto y majestuoso, pero también funciona, a otro nivel. Curioso, más que nada. Y atentos a las apariciones de Chris Tucker, que acaba saliendo demasiado poco.


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