¿Es World War Z el
blockbuster del verano? Esperemos que no. Y no es que estemos ante un mal
blockbuster, ni mucho menos. Probablemente sea todo lo que se le puede pedir…
pero siempre se puede pedir más, claro.
Tras la enorme
decepción de Man of steel y la ligera decepción de Star Trek En la oscuridad
–de momento, el blockbuster del verano para el que suscribe- World War Z
digamos que cumple con lo esperado, entre otras cosas porque el bombo se había
ido desinflando. Recordemos, el propio Brad Pitt produce la adaptación de la
celebérrima obra de Max Brooks, ‘biblia’ del género zombie, con Marc Forster a
los mandos tras su, digamos, tropiezo, con Quantum of solace (2008), aquella
paupérrima secuela de la soberbia Casino Royale.
Ocurre que el montaje
inicial no gustó nada a los productores, que lo veían poco comercial, así que
hubo que volver a rodar media película. Sumémosle que, por lo visto, la
película apenas toma del libro algunas ideas y poco más, desaprovechando todo
su potencial. Así que…
Y a pesar de todo World
War Z funciona como el clásico blockbuster sin pretensiones, en el que con un
derroche de medios y un realismo pocas veces visto, asistimos a los viajes del
personaje encarnado por Brad Pitt, protagonista absoluto en modo piloto
automático, de una punta a otra del planeta como si de James Bond, Jason Bourne
o Ethan Hunt se tratara. Solo que Pitt no es ningún action hero, sino un,
tampoco se sabe exactamente qué, en busca del origen de la plaga zombie o de
una cura.
La película arranca
fuerte desde el principio, con la secuencia vista en el tráiler en la que toda
una ciudad es aniquilada por las hordas zombis –cómo corren los jodíos- y se
esfuerza por ofrecer un poco de todo, desde escenas en un avión a lo Perdidos
al asalto a la muralla de Jerusalén por los zombis. Estamos más ante un film de
aventuras que ante una clásica peli de zombis, aunque la parte final es la que
más se ciñe a las tradiciones del género, y la única en la que veremos
caminantes a paso ‘normal’.
Por desgracia, me temo,
el film se olvida tan rápido como se ve, al desaprovechar todas las
posibilidades que ofrece su escala mundial para tratar de reflexionar y apuntar
detalles interesantes, más allá de la revelación a cargo del siempre
inquietante David Morse, de que en Corea del Norte utilizaron un remedio muy
eficaz: en 24 horas les quitaron los dientes a toda la población.
De hecho, contrasta el
final ‘idílico’ del film, con la voz en off de Brad Pitt instando a los
supervivientes a unir fuerzas y ayudarse para combatir a los zombis, con lo visto en The walking dead –a la que recuerda bastante en su arranque-: que
entre los supervivientes solo impera la ley del más fuerte y el sálvese quien
pueda.
Por cierto, a tenor del
desenlace, tan cerrado como abierto, resulta obvio que la intención de Pitt es
convertir World War Z en una franquicia, lo que permitiría seguir explotando el
filón de ideas que es el libro original… y llevar a la gran pantalla la mítica
batalla de Yonkers.
En cuanto a la familia
del personaje de Pitt, bien, gracias. Ahí están para eso, para crear el
enganche emocional con el publico, donde Mireille Enos nos recuerda los
momentos más lacrimógenos de The Killing. Y poco más.
El detalle: Si estáis
MUY atentos, reconoceréis a Matthew Fox, el Jack de Perdidos entre los secundarios de World
War Z. Y los fans del Doctor Who podréis conocer al actor que encarnará al
mítico personaje en la próxima temporada. Tras el tráiler, su identidad.
Y el honor recae en PeterCapaldi, que en la recta final interpreta a uno de los científicos del cuartel
general de la OMS. Sí, el que tiene pinta de rarito… y que por cierto ya
apareció en el segundo episodio de la cuarta temporada de Doctor Who, Los
fuegos de Pompeya.
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